
Geplündertes Haus
Uns wurde das Besteck gestohlen,
die von Großmutter geflickte Tischdecke, der Blumentopf mit dem Riss
auch
die alten verkratzten Schallplatten von Gardel und Nat King Cole,
leise Geräusche, die Regenrinne im Morgengrauen, sie haben
die Plastikblumen mitgenommen, den kleinen Clown aus Holz ohne Arme.
Verschwunden ist der Schmerz aus den Ecken, der alten Fleck
in Form eines schwarzen Schmetterlings, oben von der Decke.
Ebenfalls weg:
die reparierte Blumenvase, es hatte ihr eine kleine Stelle gefehlt,
und die Raupe, vorzeitig mumifiziert,
man brachte sie in eine Kuriositätensammlung, auch die getrocknete Rose
aus dem Tagebuch meiner verliebten Schwester, auch sie.
Nicht einmal die kleine Truhe mit dem Mondschein einer Nacht von siebzigeins
haben sie verschont, sie beschmutzten das Grab eines Kanarienvogels,
verwandelten den prächtigen Stock des Großvaters in einen Schalthebel,
brachten die Musik der Gläser zum Verstummen,
dachten, man müsse alles zerstören, alles sei nutzlos, nur Trümmer.
Sie kamen rechtzeitig, um dem Klang eines unbewohnten Hauses
ein Ende zu setzen.
Übersetzung: Geraldine Gutiérrez-Wienken und Martina Weber, in: poet nr. 21 literaturmagazin. Leipzig 2016, S. 165.
*
La casa saqueada
Nos han robado los cubiertos,
un mantel roto que cosió la abuela y la maceta agrietada,
también nos robaron
los discos viejos, rayados, de Gardel y Nat King Cole,
los ruidos ínfimos, la gotera en la madrugada, se llevaron
las flores de plástico, el payasito de madera sin brazos,
hurtaron las penas de sus rincones, removieron la mancha viejísima
con forma de mariposa negra en el techo.
Sin consideración eliminaron
el jarrón reconstruido al cual le faltaba un pedacito,
y la oruga momificada por el tiempo
la trasladaron a un museo de curiosidades, y la rosa seca
entre las páginas de un diario, la rosa de mi hermana enamorada,
se la robaron también estos ladrones sin nombre.
No perdonaron al cofrecito en cuyo interior
aguardaba el reflejo de luna
de una noche del setenta y uno,
profanaron la tumba del canario,
hicieron del regio bastón del abuelo una palanca de cambios,
acallaron la música de los cristales,
pensaron que todo había que arrasarlo, que todo era inútil escombro.
Llegaron puntuales a poner punto final
al sonido de la casa deshabitada.
© Luis Enrique Belmonte: Inútil registro. Rialp, Madrid 1999.
Luis Enrique Belmonte, geboren 1971 in Caracas, wo er als Dichter, Erzähler, Musiker und Psychiater lebt. Ausgezeichnungen: Premio Fernándo Paz Castillo (1996), Premio Adonáis (1998, España), Premio der VI. Bienal Mariano Picón Salas (1997) und Medalla Internacional de Poesía Vicente Gerbasi (2014). Von ihm sind folgende Lyrikbände erschienen: Cuerpo bajo lámpara (1998), Inútil registro (Madrid, 1999), Paso en falso (2004); Pasadizo. Poesía reunida 1994-2006 (2009) Compañero paciente (2012), Salvar a los elefantes (2016).
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